La primera vez que me pidieron grabar a una mujer haciendo un paneo de todo su cuerpo, me sentí incómoda. Mi trabajo era grabar a las influencers que asistían a un evento publicitario y mi jefe se detuvo para mostrarme las tomas que él había hecho, sugiriendo que las grabara de ese modo. En las tomas que me mostró la cámara iniciaba su recorrido en los tacones, lentamente iba subiendo por las piernas y las faldas y poco a poco revelaba el resto de sus cuerpos.
Este tipo de tomas resultan tan fáciles de imaginar porque las hemos visto incontables veces en el cine, la televisión y la publicidad. Y es también la mirada que solemos recibir en la calle cuando caminamos en short o en vestido (o en pantalón o en pants aguado *emoji roll eyes*). Es la forma en que nos han enseñado que se mira a las mujeres.
Sobre este fenómeno, la directora Nina Menkes presenta el documental Manipulación: cámara-sexo-poder (Brainwashed: sex- camera- power), donde haciendo uso de más 200 clips de películas premiadas y directores consumados, muestra cómo los clásicos del cine están narrados desde una mirada masculina que ha construido una tradición audiovisual depredadora y misógina, cuyas repercusiones sobrepasan las salas de cine, contribuyendo a la desigualdad de género y alimentado la cultura de la violación. Menkes muestra cómo la narrativa y los recursos propios del cine, como la iluminación, el movimiento de cámara y los encuadres, trabajan en conjunto para representar a las mujeres en posiciones pasivas, retratándolas como un objeto para ser visto y deseado.
La mirada masculina (en inglés male gaze) es un término que Menkes retoma de la teórica Laura Maulvey, quien escribió por primera vez sobre este concepto en 1973. A la par de su propia argumentación, la directora incluye entrevistas con la misma Maulvey y con otras cineastas, actrices y mujeres en la industria audiovisual (entre ellas Catherine Hardwick, Eliza Hittman, Rosanna Arquette, Julie Dash y Joey Soloway) para hablar sobre la desigualdad y sus experiencias dentro de la industria.
Manipulación: cámara-sexo-poder es parte de “Resonancias” de la gira de documentales de Ambulante. Platiqué con Nina Menkes sobre la recepción de su documental, la desigualdad y el futuro del cine.
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¿Por qué no lo vi antes?: Nombrar el patriarcado aprendido
En el documental de Menkes se expone la forma en que opera la cultura y cómo los valores patriarcales se insertan sutilmente dentro de las narrativas hegemónicas. Además, señala la relación y el impacto de la cultura sobre nuestra percepción, por ejemplo, del abuso sexual y la violencia.
Para mí, la experiencia al ver esta película fue similar a la que he tenido en otros momentos cuando los feminismos me han hecho cambiar la perspectiva respecto a la violencia o el amor romántico: sentí incomodidad, frustración y enojo. Nina me dijo que mi reacción era de las más comunes.
“Por un lado hay cierta gratitud y apreciación, pero por otro, creo que mucha gente llega a sentirse sorprendida y casi avergonzada porque piensan ‘¿cómo es posible que no me haya dado cuenta de esto?’, y luego se sienten un poco tontos por no haberse dado cuenta antes y se preguntan cómo todo esto les ha afectado […]”
“Hay gente que me ha dicho ‘estoy avergonzado, acabo de filmar una toma así la semana pasada. Hice exactamente esa toma y no era consciente, y ahora me siento apenado de haberlo hecho’. Pienso que se debe a que es esta forma automática de filmar a las mujeres. Espero que “Brainwashed” pueda significar una ruptura de esas formas automáticas y que eso pueda llevar a un cambio. Creo que el cuerpo sexualizado de la mujer es como la piedra angular del cine, así que entiendo que sea difícil, es difícil. […] Pero me parece que de lo que estoy hablando en la película es una de esas cosas que, como uno de mis amigos dice, una vez que lo ves no puedes des-verlo.”
La apuesta de este documental es continuar con las conversaciones que se abrieron desde las múltiples denuncias que han sucedido en Hollywood y el movimiento #MeToo, con la convicción de que nombrar la misoginia y el machismo es el primer paso para lograr los cambios estructurales que soñamos.
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Películas como la de Menkes también detonan conversaciones que parecen cada vez más comunes sobre la percepción y el disfrute de las películas que nos gustan, pero cuyo punto de vista masculino (o las prácticas misóginas y violentas de sus creadores) nos hacen sentir incomodidad. La misma Nina se ha encontrado a sí misma en medio de estos cuestionamientos, pues considera problemática la forma en que se presentan los personajes femeninos de dos de sus películas favoritas, Metropolis, de Fritz Lang y Vertigo de Alfred Hitchcock: “Me encantan, y no estoy diciendo que no podamos amar estas películas. Estoy diciendo que tengamos un poco de consciencia.”
”“Mucha gente ama Carrie de Brian de Palma, y al ver los clips hubo gente que se me acercó y me dijo que no recordaba la escena de la regadera porque las personas lo bloquean. Es una película de terror y están concentrados en ella y simplemente bloquean el hecho de que hay cinco minutos de mujeres desnudas corriendo por el vestidor en slow motion sin ninguna razón. Simplemente lo borran. Pero esas cosas que borras las vas internalizando y te afectan.”
“Hacer la película me ayudó a sentirme libre”
Una de las escenas que me parecieron más memorables es una corta conversación que sostiene Nina con su amiga, la guionista Jodi Lampert, sobre sus motivaciones para hablar de este tema. En esta escena Nina confiesa: “esta conferencia es de tipo confrontativa, pero quiero que la gente sepa que se basa en mi propia tristeza”, a lo que la guionista responde “Nina, ¿no crees que todas sentimos esa tristeza?”.
El mensaje de Menkes es contundente y conmovedor porque nace de un lugar vulnerable: el reconocimiento de que la cultura machista se ancla en el cuerpo, y duele. Es doloroso reconocer que compartimos con las otras el sentimiento de insuficiencia o la sensación de estar eternamente demostrando que merecemos un lugar dentro de las industrias o espacios a los que queremos pertenecer; y que además, nunca seremos lo suficientemente bellas, delgadas o femeninas. Pero también es liberador saber que estos dolores son colectivos porque el problema es estructural:
“Incluso para mí, que me senté 12 horas al día por 2 años eligiendo los clips, el proceso de hacer esta película fue realmente intenso. Siento que me ayudó a liberarme. […] Mis películas son completamente lo opuesto del male gaze en muchas formas. Siempre había sido casi alérgica a este tipo de tomas, pero a otras personas, por ejemplo a algunos de mis amigos, parecían no molestarles. A mí siempre me molestaron estas tomas y el proceso de hacer la película me ayudó a sentirme libre. Pensé ‘ya no me importa lo que pienses de cómo me veo’, aunque en realidad fue un largo proceso, porque es un proceso complejo. Es complejo porque cómo nos vemos pareciera ser siempre lo más importante y es realmente difícil liberarse de esos pensamientos.”
Si la cámara es depredadora, la cultura es depredadora.
Menkes hace explícita la relación entre la cultura audiovisual, la discriminación laboral y la normalización de la agresión y el abuso sexual. El argumento es que estos elementos se nutren de los otros a la vez que se retroalimentan entre sí.
”“Es este sistema de opresión encadenado donde, como Eliza Hitman dice en la película y como todos sabemos, el male gaze no solamente controla la cámara y la toma. El male gaze controla la distribución, el financiamiento y la toma de decisiones”.
Para nadie es sorpresa que la desigualdad se traduzca en la desproporcionada cantidad de mujeres cineastas que conocemos con respecto a los hombres. Si bien la industria de la que Nina habla es la estadounidense, esta es una tendencia rastreable a otras geografías, y en realidad, hacia casi cualquier industria. Por ejemplo, en nuestro país, de acuerdo a las cifras del anuario del Instituto Mexicano del cine (IMCINE) 2021, del total de largometrajes producidos en el año, solo el 25% fueron dirigidos por mujeres; y la tendencia de desigualdad continúa en las áreas de producción (43%), guionismo (34%) y fotografía (16%).
Si bien la película de Menkes explora el trabajo que han realizado algunas mujeres cineastas, se hace énfasis en la dificultad para acceder a los espacios dentro de la industria, para conseguir financiamiento o distribución.
”“Estamos hablando de que ni siquiera conocemos a todas estas maravillosas y talentosas mujeres que no han hecho sus películas. Yo he hecho siete u ocho y es un milagro, pero muchísimas de ellas no lo logran.”
Los (insuficientes) cambios que han sucedido en la industria audiovisual son consecuencia directa del trabajo de muchas mujeres que han decidido señalar las omisiones, violencias y abusos de un sistema que las ha silenciado sistemáticamente. Es el caso de la co-productora de Brainwashed, Maria Geise, quién en el 2015, ayudó a iniciar una investigación federal sobre las prácticas de contratación de Hollywood:
“(Maria Geise) señaló que cuando sales de la escuela de cine hay paridad del 50/50 entre hombres y mujeres, pero después miró a quiénes están trabajando. El 98% son hombres y el 2% son mujeres. Esto es una locura, y no solo es una locura, es ilegal. […] básicamente lo que pasó es que los grandes estudios fueron amenazados. Amenazados con millones y millones, quizá incluso billones de dólares por prácticas de contratación ilegales. Así que fueron forzados a comenzar a contratar a mujeres.”
Para Menkes los avances más notorios están en la industria televisiva, pero opina que los grandes financiamientos para las películas apenas se han movido. Aunque se va avanzando, sabemos que el camino es largo.
Si algo podemos atesorar de Brainwashed: sex-camera-power, es que nos ayuda a reconocer el impacto de la cultura visual en la creación de normas, actitudes e imaginarios colectivos, así como la importancia de cuestionarlos para poderlos modificar. Porque la cultura visual crea realidades que parecen absolutas hasta que entendemos que esas narraciones también hay que desaprenderlas, por ejemplo, preguntarnos cómo hemos construido, imaginado y representando a las mujeres racializadas, a las personas en situación de pobreza o a los cuerpos de la diversidad sexual.
De todas formas, es esperanzador confirmar que mujeres en todos lados estamos rompiendo los silencios, señalando las violencias y formando redes con otres, tanto para exigir los espacios que merecemos como para seguir en la búsqueda de herramientas propias para narrarnos como nosotres queramos hacerlo.
Brainwashed estará disponible en línea el 22 y 23 de septiembre de manera gratuita en ambulante.org. Tendrá funciones presenciales en Aguascalientes el 22 de septiembre y en Chihuahua el 29. También te invitamos a escuchar a Nina Menkes y Mara Fortes en el conversatorio “Conjurar con las imágenes” el 22 de septiembre a las 19:00 hrs. en el Facebook de ambulante.