Nombrarnos. Vernos. Reconocernos. Imaginarnos.
Para Liliana Hueso, su proyecto fotográfico “Lenchas y marimachas”, que retrata a mujeres lesbianas en diferentes ciudades de México, surge de la inquietud de explorar el lenguaje que usamos para identificarnos como mujeres de las comunidades LGBTIQ+. Lenguaje en su sentido más abarcativo, expandido. Las palabras evidentemente, pero también la forma de vestirnos, la forma en que nos cortamos el pelo, el modo de auto-representarnos.
Liliana es fotógrafa. Creció en Los Ángeles, en Seattle, Washington, y en México de adolescente vivió en Guadalajara, una ciudad con “doble moral”, reconoce, “donde todo se sabe pero nada se habla, donde muchas cosas se asumen”, ciudad donde le fue difícil encontrarse.
“Tengo 42 años”, me dice “y cuando yo era adolescente jamás pensé ni veía representaciones de esta posibilidad que yo soy ahora. Nunca me vi representada en ningún lado. Nunca vi esta opción. No tenía opciones, no había de dónde ver o de dónde sentirme. Decir, puedo ser más masculina, o puedo no usar maquillaje y está bien”.
Así nace “Lenchas y marimachas”, de la necesidad de ampliar el imaginario colectivo, de consignar un archivo de las representaciones de género más allá de las tradicionales normativas de lo femenino. Mujeres que se identifican como machorras, marimachas, butch, tomboy, andróginas. De la necesidad de encontrar el lenguaje para nombrar la identidad.
¿Estoy aquí? México y los Estados Unidos.
Vivir entre México y los Estados Unidos: Tijuana, San Diego y San Francisco le permitió palpar esas geografías culturales con mayor apertura. Transitar de una comunidad queer viva abundante de diálogos, eventos, recursos culturales y artísticos; a ese espacio liminal y fronterizo que es Tijuana, y que respecto al resto de México está abierta a una mayor transformación.
En ella reconoce una lucha muy personal vinculada a esta identidad: “Nunca soy completamente mexicana, y nunca soy completamente americana. En Estados Unidos siempre voy a ser una mujer migrante, y en México ‘la pocha’”.
Aunque al principio, me cuenta, llegar a Tijuana fue una especie de shock cultural, sobre cómo era percibida, a través de las miradas, el acoso y también los hombres que se sentían con la libertad para hablar de otras mujeres como si hablaran con un “vato”; le permitió encontrarse con más personas con experiencias similares a la suya, “que viven en carne propia los dos países, los dos idiomas, las dos culturas y entonces pueden coexistir”. Las personas en Tijuana están más abiertas, considera, ¿a qué?, a la fluidez humana.
Piensa que todas las personas tenemos energía masculina y femenina: “Que nuestra energía central sea más una que otra, muy aparte de lo biológico que tenemos es algo distinto, pero creo que existe una fluidez natural en el ser humano que muchas veces se ha inscrito en mujer y hombre”.
Lenchas #EnCasa
Durante la pandemia para Liliana fue importante documentar cómo estaban viviendo las mujeres sujetas de su proyecto fotográfico. Y con todas las medidas de sana distancia como fotografiar a dos metros de distancia y a la puerta de sus casas, documentó a lenchas y marimachas en Tijuana, Aguascalientes, Guadalajara, Puebla y Ciudad de México. La información sobre su proyecto se corrió de voz en voz.
“En cuanto empecé a escuchar noticias de la pandemia no vi mención ni estadística de nosotras, de la comunidad queer, de las familias homoparentales. No había acceso a nada de esto, qué pasa cuando somos dos mujeres en el hogar, y a lo mejor hay hijos, y las dos nos quedamos sin trabajo en medio de la pandemia, cuando no hay servicios, no hay beneficios para la familia porque no somos reconocidas como pareja o matrimonio. Empecé a tener esas dudas y a querer documentarnos”.
Mujeres solas, en pareja, familias, en grupo, con sus perros, gatos y hasta caballos. Viviendo en un remolque, en departamento, en el porche de sus casas. Con moto, con bic. Así todas, con cubrebocas, lenchas y marimachas. Desde hace un año sus fotos están visibles en su cuenta de Instagram.
A este proyecto de documentar la “diversidad dentro de la diversidad misma”, como nos dice, aunque prolífico en imágenes y representaciones aún le hace falta más. Imágenes de mujeres mayores de 50 años, las que menos respondieron a su llamado abierto. “No es algo ‘moderno’, no es algo nuevo, no es una moda, tenemos aquí muchos años y seguimos existiendo. Para mí es importante representarlas”.
Hoy que es #DíaDeLaVisibilidadLésbica en Luchadoras le preguntamos por qué para ella es importante nuestra visibilidad. Contesta con dos razones claras: Uno, porque “es importante saber que existimos, sabernos vivas, libres y representadas en todas las facetas de quienes somos”
Dos, porque cree que mientras más conocemos algo, menos se juzga o menos se violenta, porque mirarnos y reconocernos permite “conectar empáticamente con alguien, y puedo respetar y apoyar para que sea quien decide ser”.